No son pocos los caminos que llevan a Roma, ni escasean los sabios que tienen conocimiento de ellos. Pero quizá, las únicas personas que los han recorrido importándolas, más que el destino, las flores que podrían recoger, son las caperucitas engañadas por los lobos. Aunque son ellos quienes mejor conocen esos senderos siempre es el cazador quien más los disfruta y la abuelita, esperando desde su cama, la que más aprecia poder recorrerlos. Al final, ninguno llega a Roma, la cestita de pasteles es suficiente recompensa para sus pies cansados.
lunes, 7 de mayo de 2018
Microrrelato 3: Sin llegar a Roma
No son pocos los caminos que llevan a Roma, ni escasean los sabios que tienen conocimiento de ellos. Pero quizá, las únicas personas que los han recorrido importándolas, más que el destino, las flores que podrían recoger, son las caperucitas engañadas por los lobos. Aunque son ellos quienes mejor conocen esos senderos siempre es el cazador quien más los disfruta y la abuelita, esperando desde su cama, la que más aprecia poder recorrerlos. Al final, ninguno llega a Roma, la cestita de pasteles es suficiente recompensa para sus pies cansados.
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