viernes, 4 de marzo de 2016

Los etéreos: CAPÍTULO 2


CAPÍTULO 2: LA REUNIÓN.

Como habréis observado gran parte de la infinita vida de los etéreos había estado gobernada por la Ignorancia. Y aún sin saber de su propia existencia, sin saber de la existencia de las demás razas, aún así, les manejaban como marionetas. Su alcance era ilimitado y todos caían en sus redes invisibles.

Tan invisibles como ellos mismos.

Y invisible fue también la llegada del primer gran fallo de los Etéreos, ni ellos ni nadie lo vieron llegar:

Llegó el punto en el que los humanos dominaron a las demás razas guiados por los etéreos (que ni se daban cuanta de lo que hacían).

Si os interesa, la catástrofe aniquiló una raza entera. Total, casi nada. Y Nosué y todas las razas actuales solo han oído hablar de los duendes, en cuentos infantiles y leyendas contadas por los más ancianos. Lo que no saben es que en esos cuentos se cuentan las más grandes verdades.

Todo sobre la raza extinguida lo podrá encontrar en la biblioteca del hogar de la sabiduría, si es que lo encuentras porque... hummm... digamos que no es el secreto mejor guardado porque solo lo sabe un ente, la dueña de la casa. La propia sabiduría en persona, o en etéreo si hablamos con propiedad.

Pero la historia de todos los que han salido en su búsqueda y no han logrado hallar ni una sola pista, ni un resquicio en la barrera de la propia ignorancia, esa; es otra historia.

Esta, en cambio, trata de la reunión de diciembre (en la cual los Etéreos se reunían para impedir otra tragedia), todo lo que se decidió en ella pero no se cumplió.

Este año la reunión cumplía cinco años a la vez que Nosué soplaba la vela de los veinte. Quince habían tardado estos seres en conocerse a sí mismos, quince fueron los años más normales un la vida de Nosué.

Cada uno con sus cosas, excepto la Duda que seguía en la puerta dudando como entrar, la reunión se estaba llevando a cabo, y cada uno debía pedir ayuda a su opuesto en el caso de que las cosas se le fuese de las  manos, que es lo que solía pasar demasiado a menudo.
Pero claro, digamos que por algo eran opuesto: no se llevaban demasiado bien...

En este encuentro siempre se decía lo mismo. Y lo mismo pasaba siempre: nadie lo cumplía. Digamos que los etéreos no son seres en los que se pueda confiar.



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