lunes, 15 de agosto de 2016

Las estrellas de Mirta: capítulo 5

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Capítulo 5: El desván.

Cada uno de nosotros tenemos un lugar al que podríamos llamar "especial". En el que nos sentimos seguros y solemos ir cuando nos invade las tristeza. También hay gente que se acomoda en ese espacio para buscar inspiración  y pensar, o al  contrario para no pensar en nada. Desde aislarse hasta encontrarse. En ese lugar es donde realmente te sientes "como en casa."

Para la mayoría de personas ese rincón esta dentro de su hogar: su habitación, un sillón, una esquina del jardín o una terraza...Y si no dentro, fuera. Para una minoría su lugar es una determinada calle,  un parque, un café... estos últimos habrán elegido el lugar más conscientemente. Quizá les traiga recuerdos de algo extraordinario, quizá iban por la rutina de antaño y llegan a sentirse realmente cómodos en dicho lugar, quizá.

Sea como fuese, hoy, Mirta me había hecho pasar una noche divertida a la par que interesante. Aunque ahora pocas cosas podía hacer, me había explicado su rutina en la pequeña habitación de hospital donde era incapaz de encontrar su hogar, por mucho que la rodeara su familia.

Lo que solía hacer cada día empezaba por despertar a la llegada del desayuno, luego acompañaba a Clara, una profe que junto con Julia, Pedro y otros niños que allí vivían les hacía las veces de maestra. Transcurrida la mañana tocaba la comida y la visita tanto de sus abuelos como, excepcionalmente, de Elisa que últimamente iba más a menudo pues, según ella misma decía: "mi mamá que ya vas mejorando y no corres peligro".

A este comentario Mirta sonreía asintiendo pero en realidad no tenía ni idea que significaba "fuera de peligro" y  a que se refería con "mejorar". ¡Ella se encontraba perfectamente! y disfrutaba de las visitas de su amiga por cortas que fuesen.

Luego solía cenar lo que le traía la misma enfermera seria y de blanco que le había traido la comida anterior y finalmente se iba a dormir y a visitarme, en lo más alto del cielo.

La novedad era que por "receta médica" su madre la había estado contando cosas, enseñándola fotos...de su antiguo hogar. Mirta no lo recordaba pues hacía más de dos años que no pasaba por allí. 

Tras dos semanas con este tratamiento se abrió una minúscula ventana. Recordaba vagamente su hogar. Más bien un lugar concreto del que antes hablábamos. Ese: su lugar especial. Ese, era el desván.
Muchos al leer esa palabra imaginaremos la típica habitación oscura, polvorienta y olvidada en el último piso. Llena de cajas y trastos viejos. Pero el desván de Mirta contaba con la ventaja de no estar lleno. De ser así no hubiese podido pasar allí tanto tiempo. Cajas si que había claro, pero apiladas en dos montones a los laterales de la amplia y luminosa sala. Y hay que añadir que para Mirta no existían las cajas viejas y los trastos sucios, solo había baúles de tesoro y enigmas por descifrar.

Mirta pasaba allí las horas muertas y  se sentía mejor que en cualquier otro lugar. Subía allí a menudo y no  precisamente para buscar inspiración para sus aventuras.

Sinceramente pienso que, conociendo a Mirta, la inspiración la buscaba a ella para reencontrarse.

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