Capítulo 2: Las estrellas.
Sobre la
cabeza de Mirta había una ventana.
No demasiado grande, pero
lo suficiente para que Mirta pudiese huir de su habitación, en la cual se veía
recluida desde hace ya más de dos años.
Pensaréis; pobre Mirta,
vaya castigo tan grande la pusieron, pues no. O… claro, seguro que Mirta es una
princesa en su torre… pero tampoco, las princesas no van a los supermercados.
Mirta estaba allí encerrada
por haber seguido de cerca de su imaginación, pero ahora, allí, era con lo
único que podía salir. Eso si, ya no la seguía demasiado pues ahora tenía un
poco de miedo. Antes ni sabía lo que era el miedo, pero ese período había sido
olvidado hace ya dos años. De hecho, demasiadas cosas habían sido olvidadas dos
años atrás. Dos años no es mucho, pero para Mirta lo era todo.
Un nuevo comienzo decían…
¿nuevo? Preguntaba Mirta, ¿acaso había habido uno anterior? Pues no lo
recordaba.
Las estrellas despertaban a
la imaginación, esta a su vez despertaba a Mirta la gran mayoría de noches.
Esas veces que Mirta abría los ojos y no veía a su madre, solo veía oscuridad,
eran esas veces en las que Mirta miraba a las estrellas desde su cama, y con un
pequeño asentimiento ascendía junto a ellas y era libre.
Como aquella vez…
Pero no siempre Mirta
subía, en ocasiones la invadía el miedo, entonces era cuando las estrellas
bajaban y con su luz Mirta olvidaba, como tantas otras cosas hace dos años,
cuando una estrella brilló demasiado…
Pero eso no había vuelto a
pasar, normalmente no había incidentes, Mirta lo pasaba bien y las estrellas
eran felices, pues ¿cuántas ocasiones tiene una estrella de pasar el rato con
una niña? Y más aún con una niña tan risueña y juguetona como Mirta, a la que
ensañaban nuevos mundos.
Veréis, cada estrellas, por
pequeña que pueda parecer, alberga un mundo, uno que Mirta veía sin esfuerzo
alguno. Al menos eso me contó ella, (en una noche en la que ahogué el fulgor de
las estrellas con en mío propio,) porque yo no tengo tanta imaginación.
Claro, pensaréis, como
pasaba tanto tiempo sola, no me extraña que se imagine esas cosas, no tendrá
amigos… Pues esta vez también os equivocáis. Mirta tenía amigos como
cualquiera.
Bueno, por lo menos antes
era así, ahora… ahora era un pelín diferente. Pero eso Mirta lo ignoraba, solo
conocía la situación del momento.
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